Cómo los clientes pueden cambiar tu perspectiva de las cosas, tanto dentro y fuera del trabajo.

24 de Julio del 2015



Por J. Armando Bautista C.

Programador y Productor de AudioSniper

Un claro ejemplo de esto, fue hace unos meses cuando recién integrado al equipo Hámster, me presentaron un proyecto teatral para una obra de caridad.

Necesitaban que hiciéramos la producción de audio, que incluía grabación de voces, efectos de sonido, musicalización… toda una tarea. Al principio, me quedé sorprendido; sabía que iba a ser un trabajo largo, y en mi caso, el primero de tal magnitud. Sin dudar un instante, acepté inmediatamente a trabajar en el proyecto, así que pusimos manos a la obra.

Se trataba de “Anita la Huerfanita”.

En los primeros días de grabación conocí a nuestro cliente responsable de tan noble proyecto. Previamente, había hecho infinidad de obras de teatro con fines caritativos; yo por mi parte, conocía su labor desde poco tiempo atrás, así que éste año tendríamos la oportunidad de trabajar juntos y conocer mejor su obra.

Durante las siguientes semanas, la cabina de grabación parecía una casa de locos. Llamadas constantes por teléfono, sesiones de voces y líneas del guión perdidas, recordatorios pegados por todos lados… a pesar de todos estos detalles, podíamos resolverlos de inmediato y continuábamos con nuestra labor.

Anteriormente, yo solía trabajar en una estación de radio muy conocida en mi ciudad.  Fue mi primera experiencia laboral dentro de un ambiente totalmente diferente y duro a la vez.

Fue divertido, conocí a gente excelente y me dejó buenas lecciones; pero a veces, la paciencia se agotaba y como era de esperarse, surgían los inconvenientes.

Gracias a estas lecciones de vida, cuando éste proyecto se volvía una locura, respiraba profundamente y escuchaba siempre con una sonrisa las órdenes del cliente. Cambios aquí, errores allá… tantos, que había veces que hasta perdía la cuenta.

Yo no comprendía que pasaba; yo solía repetir en mi mente -“¿qué estamos haciendo mal?”-. Pensé que no tenía ningún caso darle vueltas al asunto, así que llegué al punto de dejar de pensar en ello, poner mi mente en blanco y enfocarme en sacar bien el trabajo y organizarnos lo mas limpio y claro posible.

Todo este trabajo tuvo una duración aproximada de 3 meses. Todavía dos días antes de la presentación, me llamaban por teléfono para ajustar cambios en la grabación.  Lo tomé muy a la ligera,  ya estaba totalmente acostumbrado a ellos. Para mí ya no resultaban ningún problema. -“Así pasa y siempre pasará”.-me decía a mi mismo.

Por fin, llegó el gran día de la presentación.  Lo esperaba con ansias; cabe destacar que no soy muy fanático del teatro musical, pero este caso era la excepción.

El teatro estaba lleno, así que tomé uno de los pocos asientos disponibles y me dispuse a esperar a que comenzara el segundo acto.

En cuanto se abrió el telón y escuché  nuestro trabajo en las bocinas, me emocioné. Sentí una mezcla de satisfacción, alegría y orgullo indescriptibles, ya que era la primera vez que formaba parte de un trabajo de tal dimensión.

Todo lo que vi era brillante: vestuario, escenografía, talentosos actores y cantantes, y claro: bailarines niños y jóvenes haciendo sus mejores movimientos.

Mientras disfrutaba el espectáculo, me puse a pensar en nuestro cliente, mismo que era el organizador y director de la obra.  Gracias a el, aprendí que con tesón, perseverancia y dedicación, y mucha, mucha, muchísima paciencia se puede lograr todo eso y mucho más.

Gracias a su ejemplo, y por vivir muy de cerca esta experiencia, ahora me siento una persona capaz de  afrontar retos cada vez más grandes.  Me quedó muy presente la frase que me dijeron mis padres alguna vez:

La confianza en ti mismo, es el primer paso para el éxito.