El desamparo gramatical de la era digital

01 de Febrero del 2017



Me gusta mucho usar el punto y coma, pero no siempre supe utilizarlo correctamente. Cuando aprendí, quería usarlo todo el tiempo. Estructuraba mis oraciones de manera que pudiera introducir en ellas este signo de puntuación. En ocasiones, inclusive a mí me parecía demasiado. En mi mente imaginaba lo que dirían los grandes de la Real Academia o mis profesores y compañeros de la universidad. Pero las palabras que aparecían en la pantalla de la computadora se acomodaban como ellas querían, y los signos de puntuación aparecían cuando y donde lo deseaban, mas siempre de acuerdo con las reglas de la gramática española.

         Algo similar sucede cuando las personas utilizan esa maravillosa habilidad que aprendieron de escribir palabras en las redes sociales. Las eses y las ces aparecen donde quieren, las zetas, las comas, los signos de interrogación o admiración. Es sencillo darse cuenta de por qué algunos deciden escribir convina en vez de combina: según la gramática, después de ene va ve y no be. Tal vez los ecos de las reglas gramaticales estudiadas fugazmente durante la primaria aún resuenan en las esquinas de los subconscientes. Eso me hace conservar la esperanza.

         Lo que no entiendo es cuando una persona elige deliberadamente mutilar el idioma de manera que pueda sentirse especial. ¿Especial en qué sentido?, no lo sé. Si todos quisiéramos sentirnos especiales, lo seríamos; y no nos entenderíamos nunca. ¿Qué pasa si yo quiero escribir una palabra de una manera? «¡Las academias no son reglas que debamos seguir, son simplemente guías!». Sí y no. Las lenguas necesitan ser reguladas para que podamos entender su estructura y dominar el idioma. Si seguimos las reglas gramaticales estudiadas y aprendidas, nos será fácil encontrar este patrón conforme conozcamos más la lengua. Y si todos conocemos las mismas reglas, entonces la acción de la comunicación será muy sencilla y eficaz.

         En el ámbito profesional, la buena ortografía es esencial. No sólo refleja el profesionalismo de las empresas y las agencias; también hace cuidadosos con su trabajo a quienes lo producen. En muchas ocasiones he visto personas que, con bastantes faltas de ortografía y gramática en sus comentarios, señalan los errores cometidos por otros, porque han visto cuál es la escritura correcta de esa palabra que, a sus ojos, está mal escrita.

         ¿Por qué muchas personas escriben palabras con letras que no van? ¿Por qué colocan comas equivocadamente? ¿Es culpa de las escuelas? ¿Es culpa de ellos, por  no querer aprender? ¿Es culpa del idioma, que es muy difícil? ¡Ah! Pero las personas conocen las reglas y las usan sin darse cuenta. El modo subjuntivo, las combinaciones de letras, los puntos… Como dije, aún tengo esperanza.

         No es difícil. Muchas veces es cuestión de actitud: «La lengua no es difícil, yo puedo mejorar mi escritura». Consejo básico: el diccionario electrónico de la Real Academia Española (http://dle.rae.es/; Play Store y App Store: Diccionario de la RAE). Si no sabes cómo se escribe una palabra, consúltala. Son unos cuantos clics. Es un buen comienzo.

         Y yo no digo que su pobre conocimiento de la ortografía le quite a alguien el derecho de comunicarse, pero tampoco suena bien que escriban como si las haches y las zetas fueran una obligación para la juventud que ha nacido bajo el desamparo gramatical de la era digital.

         «Vueno, pro m ntendistes». No, la verdad es que no entendí. No entiendo nada.

 

Claudia Sánchez Quiroz

Community manager y correctora de estilo