El individualismo del diseño gráfico

06 de Abril del 2017



 

Los gustos personales suelen desarrollarse en el núcleo familiar o en el entorno que definimos como tal. De niños nos gusta algún color porque suele ser el favorito de nuestros mayores, sean padres, tíos o hermanos, o simplemente por cómo la sociedad los dirige. Somos víctimas de los estereotipos desde temprana edad; que si el azul es para los niños y el rosa para las niñas, los cochecitos toscos para los varoncitos, las muñecas y los conejitos tiernos para las damitas. Mis gustos personales van de la mano de los cánones mencionados, pero es mi particular punto de vista, que no comulga con que esto sea una verdad absoluta. Si bien la sociedad dicta lo que nos parece bonito, feo, tierno o grotesco (coloquialmente hablando), no es igual para todos, y estar en contra de ellos me parece igual de rígido.

 

Hay un dicho extranjero que siempre me ha gustado: «Para gustos los colores». Esto se puede aplicar a una etapa más madura de las personas, cuando han absorbido información sin que necesariamente venga del hogar. Poco a poco su estructura social se va alimentando de amigos, profesores, programas de televisión y toda la publicidad que les rodea. Muchos de los adultos de hoy prefieren el rojo por su personaje favorito de la infancia. Como diseñadores gráficos esto afectará en cierta medida nuestro estilo, aquello que lo diferencie del de nuestros colegas.

 

La mayor diferencia entre el diseño y el arte es que no diseñamos para nosotros, sino para el cliente, cosa que suele ser chocante para todo diseñador en sus primeros años. Es fácil decir que no haremos un trabajo si el público al que va dirigido no nos incluye y es válido opinar así si nos vamos a dedicar sólo a un mercado en específico. Algunos otros lo vemos como un reto y una oportunidad de aprender más, meternos en un terreno que desconocemos o simplemente hemos ignorado por gusto propio. Esto puede ser muy común en una agencia de publicidad. Diseñar algo que es desconocido para ti, aun con brief en mano, te obliga a explorar referencias y tendencias fuera de tu área de confort, y el desafío es poder llegar a hacer algo cuyo resultado sea de tu agrado y se ajuste a lo que busca el cliente.

 

«El buen diseño» es preciso y funcional. Nuestros gustos pueden evolucionar, pero no podemos asegurar que sea el mejor y que todo diseño se deba guiar por nuestras propias reglas. El buen gusto viene de aprender más allá de lo que a nosotros nos parece, de explorar nuevas técnicas y conceptos ajenos.

 

Debemos recordar que el diseño gráfico no se reduce al uso de las herramientas digitales; el conocimiento teórico es la base para su aplicación. En su desarrollo académico, es primordial que un diseñador aprenda de los ismos en el arte, de las tendencias publicitarias, de lo que marcó una época. Nutrir el ojo es esencial para la búsqueda de su propia identidad como creador.

 

Es imperioso recordar que la publicidad y la comunicación como tal cambian día con día, lo mismo que el público, y esto nos obliga a continuar educándonos, no sólo con publicidad, sino con todo tipo de influencia artística y estética. El cine, la música, la pintura y las redes sociales son una enorme ventana que a veces desaprovechamos al elegir lo que nos gusta, lo de siempre.

 

Desde mi experiencia laboral, recomiendo darle la oportunidad a algo que vaya fuera de nuestras búsquedas habituales alimenta nuestra capacidad para comprender otras mentes y poder dirigirnos a ellas. Inténtalo una vez y ve qué pasa.

 

Claudia Gutiérrez

Diseñadora gráfica

6 de abril de 2017